Economía sumergida y rock & roll

 Este puente de mayo se ha celebrado la XIV edición del festival de música Viñarock en Villarobledo (Albacete) y he acudido junto a unos amigos. Pues bien, imagínense queridos lectores (si los hubiere) un recinto ferial en el que están alojados los escenarios destinados a los conciertos, acotado por una valla protectora y rodeado por un océano de tiendas de campaña, en su mayoría clónicas, quien haya estado lo sabe, donde se alberga la gran cantidad de asistentes a este festival. Este evento musical supone una verdadera revolución para este apacible pueblo manchego, y una increíble inyección de dinero para la localidad en conceptos de ventas de entradas, ingresos de hostelería… pero donde realmente se mueve el peculio es en el ingente número de casetas, puestos y demás parafernalia que se organiza en los alrededores, y todo libre de impuestos. Cuando paseamos por las calles vemos que los villarobledenses han transformado los patios y garajes de sus casas en improvisados chiringuitos en los que por precios relativamente bajos, sobre todo si los comparamos con los prohibitivos precios del interior del recinto, uno puede avituallarse de lo que crea necesario, por general alcohol y sin demasiadas pretensiones por su calidad, no encontré ningún puesto que me vendiera Chivas Regal, qué le vamos a hacer. Pero del Viñarock no sólo viven los autóctonos, existe una caravana de comerciantes que establecen sus tenderetes  inmediaciones de las zonas de acampada y “hacen su agosto” , pese a estar en mayo, ofreciendo prácticamente los mismos productos que se venden en el pueblo, a los que se añade el hielo, éxito de ventas (el calimocho caliente sabe muy mal), y de vez en cuando alguna sustancia alucinógena. Todo este tinglado comercial, muestra de la genuina picaresca y “gitanismo” españoles, es un poderoso engranaje económico que más quisieran muchos griegos, en el que podemos ver ejemplos de modelos macroeconómicos a pesar de sus reducidas dimensiones. Así pues, encontramos ejemplos de ejercicio de poder de monopolio con productos como las patatas fritas: un único puesto y miles de potenciales clientes dispuestos a pagar hasta cinco euros por un simple bote, lo sé de primera mano; eso si que es monopolio y no lo de Apple.

 En definitiva, aplicando un poco de “gitanismo” y dotes económicas, quien no sale de la crisis es porque no quiere.